Jóvenes investigadores: el futuro por el retrete

«Tres jóvenes entran en el mercadona bajo la mirada atenta de las amas de casa, los rodríguez y la no tan atenta pero aterrorizada mirada de los jubilados. Uno distrae a la cajera, otro al guarda y el tercero roba de una sola tacada todos los guantes de plasticucho para toquitear la fruta. Sale corriendo y capta suficiente atención para que sus compañeros roben toda la lejía que puedan, el punto de encuentro es la parada del autobús para subir al campus.  -Sabíamos que venían a robar algo- Afirma una de las cajeras -Vienen por lo menos una vez por semana-”.

Así comienza el simpático (y dramático) artículo de un colega investigador (titulado «El 2015 no está tan lejos«) que acaba de marcharse a Estados Unidos en busca de algo mejor de lo que tiene aquí. Conocí a este joven prometedor en un congreso de comunicación social de la ciencia. Es investigador y hace divulgación de su trabajo (una rara avis, espero que muchos se contagien). Luego, he vuelto a encontrármelo un par de veces en unas reuniones que hace un grupo de comunicadores de la ciencia. Nos juntamos para hablar de ciencia, de proyectos, de divulgación… y últimamente de crisis. Se trata de una cuestión filosófica. Si realmente queremos cambiar de modelo, sólo hay que mirar hacia países con más experiencia y más solera en esto de elegir qué modelo económico es más fiable.

En Alemania «se ha alcanzado un pacto por la investigación, con amplio consenso de las fuerzas políticas y los agentes económicos y sociales, que garantiza presupuestos adicionales para las distintas instituciones científicas germanas». Qué envidia más grande, señores. No se pierdan el artículo: «La única forma de salir de la crisis es invertir en cerebros«. Y, al ladito, nos encontramos a nuestro colega escribiendo «Yo por ahora marcho de este país para ver otro donde probar suerte más tarde. Porque yo no voy a quedarme a pinchar a nadie con un bisturí, ni a amedrentar a cajeras del mercadona. Y aún así antes muerto que tirar mi formación por la borda. Si a este país no le importa el progreso no será mi país.»

Qué triste…

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