Los libros no siempre curan el fascismo

En uno de los magníficos boletines diarios de Juanlu Sánchez, de Eldiario.es, aseguraba no estar de acuerdo con esa frase de que «el fascismo se cura leyendo». Quienes adoramos la lectura y los libros tendemos siempre a alabar sus beneficios, su capacidad para sacarnos de la apatía y de la ignorancia, y es cierto que nos cuesta admitir que también la letra escrita puede hacer daño. Pero es justo reconocerlo.

Bien es verdad que creo que, en la mayoría de las ocasiones, los libros sí curan el fascismo. Hay una novela muy hermosa del escritor gallego Manuel Rivas, titulada Los libros arden mal, que señala un elemento común en todos los conflictos y las guerras, casi siempre lo primero que se hace es intentar destruir los libros del contrario. Ocurrió en la Guerra Civil Española, cuando se hacían hogueras de los libros considerados retrógrados en las plazas de los pueblos, mientras algunos lectores conseguían esconder ejemplares de los agresores. Lo han hecho los talibanes en Afganistán al volver al poder, con la destrucción de las librerías, entre ellas la del protagonista de la famosa novela El librero de Kabul. Y así podríamos seguir, en general, con la demolición del patrimonio de los pueblos de quienes, al son del fascismo, se apoderan de los estados. No hay mayor prueba de que sí, los libros pueden curar el fascismo, que ver cómo los extremistas siempre intentan destruirlos.

Pero es cierto que hay tinta impresa que puede hacer daño, porque fomenta los bulos, la xenofobia, la discriminación, la ignorancia. Quienes amamos los libros no podemos olvidarnos de que, como todo cuando el ser humano anda por medio, las letras pueden usarse también para esparcir el odio, así que es muy importante el pensamiento crítico, para poder separar el trigo de la paja y no permitir que se nos cuele ninguna obra fascista en las bibliotecas que tanto debemos proteger. Quizás habrá que decir como cuando se habla del dinero y la felicidad, que no la da pero ayuda, tal vez la lectura no siempre pueda curar el fascismo, pero es un tratamiento eficaz en muchas ocasiones.

Imagen de Freepik, evocadora de lo que también puede provocar un mal texto (sobre todo si tiene faltas de ortografía, perdónenme la broma)

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