Me quedo con los besos del fútbol

Me gustaba el fútbol hace años. Eran los tiempos en los que colaba columnas de opinión en un periódico local sobre aspectos no estrictamente deportivos. Me lo pasaba pipa comentando algunas costumbres de los míster, las multas que se imponían a los jugadores por llevar la chaqueta del chándal atada a la cintura al llegar al entrenamiento diario o el ¿estilo? −vamos a dejarlo así− de algunos comentaristas radiofónicos.

beso jugadores
Orlin Peralta y Bryan Beckeles, jugadores del Vida hondureño, se besan tras meter un gol al Deportes Savio.

Me gustaba el fútbol cuando me reunía con los amigos para compartir una cerveza y unas papas fritas mientras España daba patadas a un balón en el Mundial de 2010, cuando jugábamos a calificar los gritos de los aficionados ante los goles, cuando se iba la luz en el estadio en un derbi importante.

Lo sé, lo mío no es en realidad el fútbol, es el extrafútbol, la novelería, la sorpresa, puede que el entretenimiento, incluso… Me gustaba el fútbol cuando pasaban cosas como esta y que ya conté en este blog: dos jugadores se daban un beso por la emoción de un buen tanto; cuando una nula probabilidad inicial daba la vuelta a la tortilla de un marcador, cuando el pequeño ganaba, cuando la deportividad campaba a sus anchas…

Hoy el fútbol, sobre todo en España −concretemos mejor−, se ha convertido en una caja registradora, en un ‘clin, clin’ continuo, en un insulto a la sociedad, en el vivo ejemplo de colectivo que vive al margen de la realidad de su país. Mejor no hablemos de lo de Messi, directamente para echarse a llorar. Messi, que gana poco, el hombre…

Sí, lo sé, me dirán ustedes que esas primas (720.000 euros por cabeza) que ganarán los de la Roja si se alzan con el Mundial de Brasil se recuperarán de sobra con publicidad, merchandising y toda la parafernalia de la imagen, pero son un duro golpe a una sociedad que, por otra parte, y aquí están las contradicciones humanas, se queda ronca hasta la muerte por celebrar esos éxitos. «El fútbol da vida», se excusan algunos. Sí, pero una vida de 90 minutos.

Los de la foto, futbolistas de la liga hondureña, no han sido los únicos en mostrar así de bien su alegría. Internet está plagado de besos futboleros. Yo los reinvindico y homenajeo. Uno de ellos, entre Kluivert y Guardiola, lo narraba maravillosamente Empar Moliner hace unos años en El País en un fantástico artículo que recomiendo (pincha aquí). En fin… por mi parte, me quedo con los besos del fútbol, me pega que son lo más verdadero que pasa en el campo.

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