Conversaciones en el taxi

−Buenos días, al Hotel Escuela, por favor.

−¿En Puerto de la Cruz?

−¡No!, ¡no!, aquí, en Santa Cruz.

−Es broma, mujer, que soy taxista y lo conozco todo… Es que si ya perdemos el sentido del humor nos quedamos sin nada. Como nos lo han quitado todo…

−Ah, disculpe, no lo pillé. Es cierto, si encima no nos reímos, mal vamos.

−Porque mire cómo está todo, estos políticos se creen los dueños del mundo y son todos unos corruptos. ¿No será usted política?

−No, no, tranquilo, no se preocupe.

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Imagen: 123rf.com

−Mire, yo viví la dictadura en este país y lo que vivimos ahora se le parece mucho. Y luché por conseguir una democracia.

−Sí, imagino que a las generaciones que lucharon por la libertad ver lo que está pasando les debe resultar más duro que al resto.

−Aunque realmente los mejores años de mi vida fueron durante la dictadura, porque si no te metías en política y en jaleos vivías muy tranquilo, con mucha seguridad en las calles.

−¿Ein?

−¿Ha dicho usted algo?

−No, no, nada…

−Ah, pues eso, que antes a los políticos se les encarcelaba por defender sus ideas y ahora a los que trincan los meten en la cárcel por robar.

−Sí, sí, desde luego, es terrible.

−Pero yo no los metería en la cárcel, porque hay que mantenerlos y eso cuesta dinero público. Yo los subía al Teide y los ponía a picar piedra o a hacer carreteras. Desde luego… yo no creí que la democracia fuera esto.

−Por aquí mismo puede dejarme. ¿Cuánto le debo?

-¿Pero no iba a usted a Puerto de la Cruz?

−…¿perdone?

−Que es broma, mujer, otra vez ha picado jajaja.

−Ya, sí, no ando fina.

Son tres con ochenta.

−Tome tres y quédese el cambio.

−No, perdone, son…

−Que es brooooma, hombre…

(Esto fue así, literal, y hasta fui tomando nota de parte de la conversación durante el trayecto, sobre todo cuando dijo que luchó contra la dictadura pero que en ella se vivía mejor).

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