¡Adiós Miliki!

Cuando éramos pequeños, un payaso era alguien que nos hacía reír y llorar… Era ese hombre torpe de pies grandes y nariz roja que se tropezaba constantemente, que perseguía a su compañero con un palo o que te mojaba con la flor de su solapa. Era un humor sencillo, más bien ramplón, pero eficaz. Ahora, los payasos se hacen llamar monologuistas y van con vaquero y camiseta y, muchas veces, para entender sus chistes hace falta un doctorado.

Ayer falleció Miliki, uno de esos payasos, y al oír la noticia, algo se estremeció en mí. Con él y sus hermanos, “Los payasos de la tele”, crecimos muchos niños que todavía hoy tarareamos sus canciones. Probablemente hoy en día, más de una de sus letras sean cuestionables pero no conozco nadie a quien no se le dibuje una sonrisa en la cara al oír los primeros compases de “Había una vez un circo”. ¿Y ustedes?

2 comentarios

  1. El humor de los payasos es eficaz como dices no porque sea simple y ramplón,eso solo concordaría con la forma despectiva con que a veces utilizamos esa palabra. El humor de los payasos es eficaz porque,entre muchas otras cosas, nos identifica con esa sencillez de espíritu (que no simpleza), nos recuerda la inocencia y el estúpido que todos llevamos dentro. Los payasos son unos maestros porque han sabido recuperar esa autenticidad que llevamos todos maquillada con las normas y moral establecidas.Para ellos todo es posible. No tendríamos que dejar de ser ese payaso que somos pero es difícil porque consiste en desaprender.Para un payaso menos es más y esa es su grandeza.

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