Yo no tengo sueños

El otro día estaba yo en la mesa de mi salón, respondiendo algún correo electrónico desde el ordenador portátil, con la tele puesta esperando el inicio de una película, cuando escuché de fondo un anuncio de la lotería (que ahora se llama LAE, Lotería y Apuestas del Estado, y va a salir a bolsa porque, como todo lo público que ha dado dinero en este país, toca privatizarla y ponerla en manos de los especuladores).

Escuchaba este anuncio, que habla de los sueños, y no le prestaba mucha atención (de hecho no sabía que era de lotería y luego he tenido que buscarlo). Y me dio por pensar en qué sueños tenía yo… Primero, obviamente, bajo un enfoque egoísta, empecé a pensar en cosas materiales. Y, sinceramente, no quiero nada con vehemencia. He tenido mucha suerte en la vida (o soy una conformista) y me he ido adaptando a lo que había en cada momento. Me quedé con esa sensación, primero de vacío, y luego de satisfacción. Yo no tengo que venderle mis sueños a la lotería porque no quiero nada que se pague con dinero.

Sin embargo, luego me he dado cuenta de que sí tengo algunas aspiraciones. O quejas. O malestares. Pero ninguna lotería me daría el suficiente dinero para cambiar algunas cosas. Como por ejemplo, que la gente no reaccione de forma positiva ante el linchamiento de alguien que, por muy «malo» que fuese, merecía un juicio, al igual que lo merecía Bin Laden. La Historia se está escribiendo con otros matices. Los libros de texto (convertidos en tablets) mostrarán un vídeo en el que se apalea al que, hasta meses antes, se codeaba con los números uno de la política internacional. Y tendrán que explicárselo.

O, puestos a soñar (ahora sí) cuánto me gustaría que la economía dejase de estar en manos de cuatro sinvergüenzas; cuánto me gustaría que España siguiese teniendo Sanidad y Educación públicas; cuánto me gustaría que pudiésemos encarcelar a los políticos como hacen en Islandia… Sueño, de nuevo, con el día en que imperen el sentido común y la sensatez y desaparezca esta clase política (y no política) de gente ávida y sectaria que se apodera de un sillón y obvia sus obligaciones morales para con el resto de la humanidad. Siendo realistas… yo no tengo sueños: lo mío son quimeras.

2 comentarios

  1. En cierta ocasión un cliente de mi padre le lió y acabó, junto con mi madre, en una reunión de un negocio – estafa piramidal.

    Como les vieron reacios a participar, les llevaron ante un vendemotos experto (reconocible por llevar más gomina que el resto), que insistió mucho en la cantidad de dinero que iban a ganar.

    Mis padres estaban bastante cabreados, pero, por educación, mantuvieron la compostura… hasta que el vendemotos de lomo plateado les preguntó por sus sueños. Como seres sensibles que son, eso les sacó bastante de quicio.

    «¿No tienes sueños?», preguntó a mi padre. Y éste respondió, «Claro que sí, pero a ti no te los voy a contar».

    Acostumbrado a estos reveses, el vendemotos inmediatamente se volvió hacia mi madre, preguntando: «¿Y tú, cuáles son tus sueños?»

    Y mi santa madre respondió alto y claro: «Mi sueño es follarme a la plantilla entera del Osasuna».

    Y el salvaje comentario surtió efecto. El vendemotos desistió. Quedaron libres.

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