Marchando una de calamares, Dalí

El sábado fue el Día internacional de los museos. Aproveché que ese día se puede entrar a estos templos por la patilla para ir al Reina Sofía a ver al gran Salvador Dalí. La exposición es realmente increíble. A quien le guste y tenga la oportunidad de pasarse por la capital del Reino, le recomendaría que entre cañita y brava haga un hueco y se acerque a visitar al genio, incluso si tiene que pagar la entrada.

Y a eso precisamente iba. Ya sé que no están las cosas para despilfarrar, ni siquiera para gastar, pero admirar todo el universo hilarante y delirante de Dalí cuesta lo mismo que una ración de calamares. 8 euritos. Y una que en su momento hizo un reportaje  para impresionar al subdirector de un periódico sobre lo que cuesta en tiempo, dinero y esfuerzo montar una exposición de estas características (obras en préstamo de todo el mundo, traslados, montajes, desmontajes y más traslados) se da cuenta de que 8 euros por tener reunidas obras que, de otra manera, uno nunca vería…está más que bien pagado.

El gran Salvador Dalí. Imagen extraida de www.teinteresa.es
El gran Salvador Dalí. Imagen extraida de http://www.teinteresa.es

No voy a hacer un spoiler de la muestra, pero es como una inmersión total. Cuadros, performances, documentales franceses surrealistas que por momentos recuerdan a Muchachada Nui, viejas filmaciones en las que se puede ver a un Bob Hope alucinado en una cena daliniana con comida servida en un zapato o destapando una bandeja de ranas vivas, ‘Destino’, la película que el artista hizo para Disney y un largo etcétera. No obstante, una pieza me llamó la atención. Un pequeño panfleto de 1939 que Dalí mandó repartir desde una avioneta por el cielo de Nueva York: la declaración de la independencia de la imaginación y del derecho del hombre a su propia locura.

En los tiempos que corren escuchar cosas como esta: «Los errores son casi siempre de naturaleza sagrada. Nunca traten de corregirlos. Por el contrario: racionalícenlos, entiéndalos completamente. Después de eso, les será posible sublimarlos…
Atentamente, un tal Eugenio Salvador Dalí».

Lo dicho. Para no perdérsela.

¡Ah! Por cierto, no logré impresionar a aquel director de periódico. «A mí no me gusta el Arte», me dijo. Y me mandó hacer otro reportaje sobre la subida del precio del pescado en Navidad. Este…sí me lo publicaron.

Un comentario

  1. Se me ocurren muchas metáforas con el pescado (su precio y peso) y el de la sensibilidad artística de alguien vinculado a la prensa. Pero es mejor obviarlas en cambio otra periodista, la autora del artículo ha sabido dsifrutar y ensoñar en el mundo daliniano y contarlo aquí. Estupendo.

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