Chica XXL

Imagen extraida de www.curvygirlrevolution.com
Imagen extraida de http://www.curvygirlrevolution.com

Suscribo, comparto y he disfrutado de cada palabra de mi blogocompañero Carlos Padilla. Yo no soy Kim, pero si Padi me presta ese tres cuartos que ya le queda un poco curro, sin duda, pareceré su hermana (la de Kim, me refiero). En mi caso, la pérdida de la esbeltez y el abrazo a la redondeces (michelín, lorza, flotador son palabras feas) es directamente proporcional al continuo descubrimiento de lo feliz que me hace comer y cocinar.

Me encantaría sentir eso que dicen de que con el deporte se liberan endorfinas y uno se siente feliz tras el esfuerzo, pero no. Salvo la natación, casi todos los deportes para mí son un sufrimiento. No seré yo quien lo desaconseje, pero a mí me da muchísima pereza hacer algo con lo que no disfruto.

Para ser justos, creo que libero más endorfinas trabajando que corriendo sobre una cinta o peleándome con mis glúteos en la elíptica. Nada de todo esto quiere decir que sea una gordita feliz ni que lleve mi XL o XXL con humor y salero, pero me niego a meterme en una espiral de obsesiones con la comida. Está demasiado rica. Eso sí, hay una lista de cosas que me cabrean tanto que acaban por hacer que añore querer volver a este pasado veinteañil que sé que es ya agua pasada que no moverá molino. Aquí las más importantes (si tenéis más aportaciones, chicas XXL, uníos):

1. Ir a tiendas tipo Zara, ver en la etiqueta que tienen XL, preguntar a la dependienta y que te diga: «Lo siento. Se ha
agotado en todas las tiendas». ¿Por qué si las mujeres usamos más esa talla tenemos que ver estanterías llenas de imposibles
S y M?

2. Tener que comprar por la web como si fuese un delito o un secreto sin el placer de pasar una agradable tarde de tiendas.

3. Las personas que se empeñan en cifrar tu sobrepeso con la turrada de: «Estarías más guapa con 10 kilos menos».

4. Las amigas de tu madre que no dudan en preguntarte con cara de sorpresa: «¿Pero cómo has engordado tanto?».

5. Los hombres que siempre confunden sensualidad con delgadez.

6. Las mujeres de la talla 38/40 que dicen que les sobran unos kilitos.

7. La expresión: «Es una pena que esté tan gorda porque de cara es mona».

8. Los power point de abuelas brasileñas operadas y recauchutadas hasta la extenuación en un concurso de belleza.

9. La diferenciación entre modelos y modelos de tallas grandes.

10. La faja de Briget Jones y, por extensión, todas las fajas.

6 comentarios

  1. ¿Y qué me dices de las miradas de reojo de las dependientas 36, cuando vas mirando ropa al azar, y se acercan de» buen rollo» a decirte que no trabajan tallas especiales? Tienen razón, me siento especial por ser yo, aunque de sus tiendas solo me sirvan los bolsos, y no todos.

    • Jo, la verdad es que no me ha pasado nunca, pero creo que o me cabrearía mucho o me pondría a llorar, depende del día. Y lo del bolso, 🙂 🙂 🙂 :), sí que me ha pasado. ¿Y qué me dices de los cinturones?

  2. Más allá de que cada uno acepte su cuerpo, es indudable que la vida sedentaria y el exceso de peso son sinónimo de problemas de salud. Siento ser la nota discordante pero no me quedaba otra :).

    • Totalmente de acuerdo contigo. Yo no digo que esté bien que la gente mire mal y juzgue, para nada, pero es que esto no pasa por un tema estético, es un problema de salud que lleva a problemas graves como la diabetes.
      A mi también me encanta comer, soy ex-adicta a los donetes y la cocacola, pero hace años ya que me cuido y disfruto comiendo igualmente, disfruto en el día a día con mi comida sana y disfruto aun más cuando me doy un capricho bien merecido… y ya ni contaros cuando me veo en el espejo que tengo el cuerpo mejor que el que jamás había soñado.

      ADemás me alarma el momento en el que dice «Nada de todo esto quiere decir que sea una gordita feliz» Entonces? Estás resignada? También llamas «imposibles» a las tallas S y M y te aseguro que no lo son.

      Hay que aceptarse como uno es y hay que cuidarse y quererse mucho, que solo tenemos un cuerpo en el que vivir!

      Se que no sirve de nada mi sermón, pero… si puede servír solo un pelín de nada, ya soy feliz 🙂

      • Hola Debora. Gracias por leer esta entrada y tomarte la molestia de comentar tu punto de vista. Esto no es más que una opinión personal. No pretendo decirle a nadie cómo y qué le hace feliz y no creo que este post sea un alegato de la vida insana, la mala comida o la obesidad. Al menos no era mi intención. Lo que pretendo señalar es la obsesión que existe con los cuerpos propios y ajenos que, en teoría, no se adaptan a los cánones. Siempre me he preguntado por qué queremos parecernos a las mujeres de los carteles cuando las mujeres que andan por la calle, las que tengo a mi alrededor, las que me hacen feliz y me enseñan son otras. Al igual que tú disfruto de la buena comida y la comida sana. Posiblemente, me doy algún capricho más que tú 😉 Lo siento, las tallas S y M (que no las mujeres que usan esas tallas) me seguirán pareciendo imposibles por su tamaño. Cuando las cojo me parecen más propias de una adolescente. Creo que cada vez las hacen más pequeñas. Y, por último, puede que se me resistan muchas cosas en la vida, que me lleven más tiempo, que por el camino pierda la paciencia, pero ¿resignarme?…jamás 🙂 Solo quería ironizar un poco con el tópico de que los gordos son más felices y simpáticos. No me has dado ningún sermón, tranquila, pero como muchas solo soy una chica con unos kilos de más, a la que le gusta comer bien, que intenta mantenerse sana y encontrar un deporte con el que disfrutar (mi natacion, mis pequeñas caminatas para ir al trabajo) y a la que le gustaría poder ir a comprarse ropa tranquilamente. Hay situaciones que me parecen una mierda, simple dictadura estética que poco tienen que ver con la salud. Y dicho todo esto: a cuidarse tod@s, majetes.

    • Gracias Paushada. Totalmente de acuerdo contigo. Obsesionarse con la imagen, la estética y las dietas (que no tienen por qué ser sinónimo de buena alimentación) también. Un saludo 🙂

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